El cuidador colocó a un gato delgado y desnutrido en una jaula. Frente a él se hallaba otro felino del mismo color pero en condiciones totalmente distintas, es decir, era gordito y su pelaje lucía esponjoso y suave. El gato saludable le preguntó a su vecino que si le gustaban los cuentos populares a lo que él respondió:
– Sí, disfruto de los cuentos populares y también de algunas leyendas. ¿Por qué te trajeron acá? No pareces alguien que ande por las calles. Más bien pareces un minino de casa.
– Efectivamente, vivo en una casa muy grande con mi amo. Él me da todo lo que pido. A diario desayuno una lata de atún o si lo deseo, puedo pedir también un filete de salmón ahumado. Pero ya me estoy desviando de lo que me preguntaste. La razón por la que me trajeron a este refugio de animales es que salté por la ventana para perseguir un pajarillo y luego ya no supe regresarme.
– ¿Oye y no crees que en tu hogar tengan un huequito para un gato más? No como mucho y soy un experto cazando ratones.
– Sí, la casa es muy grande y no veo que haya ningún inconveniente para que mi dueño te acepte. Además te aseguro que la vida allí es el paraíso. En las mañanas me levanto y me arrastro para agarrar mi bola de estambre. Me paso jugando con ella por horas y horas hasta que mi amo regresa de trabajar. Luego lo único que debo hacer es ronronear y echarme junto a sus pies. Posteriormente me acomoda en una cobijita suave de lana y a dormir se ha dicho. Se me olvidó decirte que tengo mi traste con agua y mi arena lista para lo que se ofrezca.
– Suena estupendo pero… ¿Cuando sales a pasear?
– Sólo que mi amo me lleve en su auto, de lo contrario no tengo permitido salir.
– ¿Significa que sacrificaste tu libertad con tal de tener lujos y comodidades?
– En cierto modo, aunque no me molesta en absoluto.
– Olvida lo que te dije hace un momento. Elijo quedarme en los huesos pero tener la oportunidad de ir a donde yo desee en el momento en que así lo quiera, que pasar el resto de mis días en una jaula de oro.